lunes, 11 de mayo de 2009

De Narváez y la efedrina

Lo que sigue es la transcripción del asombroso diálogo entre los tres dependientes del candidato, identificados por sus respectivas iniciales, en el cual inducen a Coronel a decir que en 2006 prestó su teléfono a personas no identificadas. Coronel admite, en términos conjeturales, que pudo haberlo prestado, a parientes o gente muy conocida, lo cual aumenta el interés de la causa:
La llama que llama


Juan Etchebarne: Vinimos hasta acá porque Carlos tenía que hacerte unas preguntas, así que te molesto dos minutos, y gracias por venir.
Danilo Coronel: No, por favor.
Carlos Cabanes: Danilo, tenemos ahí un temita que sacaron en un diario de hoy a la mañana, en cual necesitamos saber, este, si vos conoces un tal Benítez o Segovia.
DC: ¿Benítez?
CC: ¿Mario Segovia? Le dicen Benítez también.
DC: eeeeeeehhh ......No, no, no.
CC: ¿No? ¿Nunca has hablado por teléfono con él?
DC: con quien? con Cachito?? No, no.
CC: ¿Ninguna persona de ese nombre, nada?
DC: eeeeeehhhh... como era que tenia que decir? ....Te diría que no.
CC: ¿A esta persona la ubicás vos?
DC: A Cachito?... No. No lo tengo visto, no.
CC: Héctor Germán Benítez. ¿No te suena, no?
DC: No, no. para naaaadaaaaaa...
CC: ¿Mario Segovia tampoco?
DC: si, no...La verdad que no.
CC: Bueno, fijate si podés recordar algo de eso, porque desde tu teléfono se hicieron llamadas a esa persona y necesitamos ahora responder sobre eso, para lo cual te voy a pedir el Nextel, que lo vamos a llevar ahora.
DC: ah, pero s¡eso no lo habíamos acordado, yo te digo que no lo conozco, pero vos no me saques el aparato. Sí.
CC: Vos en el año 2006 ¿has prestado el teléfono a alguien?
DC: Y mirá, que prestar, como prestarlo, lo he prestado sí, para qué te voy a decir que no. Recuerdo que en el 2006 se lo preste a Francisco DE Narvaez.
CC: ¿A quién?
DC: A Pancho. Y, qué sé yo, alguno que por ahí me ha dicho me voy a hacer un llamadito y vengo y le digo, tomá, usá el mío. Digamos...
CC: ¿Son personas conocidas?
DC: Sí, sí, no por supuesto. Yo por lo general, parentesco o gente muy conocida o al patroncito. No se lo voy a dar a alguien que no conozca.
CC: ¿Vos tenés algún otro teléfono que no sea éste, después, para que te podamos ubicar?
DC: No, no. Va, cualquier cosa, qué sé yo, el teléfono de Ferron. Porque yo yendo acá a Rodríguez por un tema mío. Así que estoy parando en casa de un amigo o a veces me vengo hasta lo de la viuda de Ferron (sic).
JCE: Yo igual no tengo el teléfono de Ferron. ¿Tiene teléfono Ferron? A ver, dame un segundo que lo anoto. Che, y por ejemplo, ¿vos estás viviendo acá o estás viviendo en Pilar?
DC: No, porque en Pilar a una casa la tengo alquilada a unos mexicanos y la otra está viviendo un primo con la familia ahí y se me complica un poco como para estar ahí.
JCE: Bueno, che Danilo, y pero ¿que acá estás alquilando?
DC: No, no, estoy parando en casa de un amigo y si no a veces me vengo.
JCE: Yo te pregunto por qué, viste, qué sé yo, en una de esas, no sé, hay que preguntar algo, ¿no? Digo yo, ¿no? Mejor que sepamos dónde estás.
CC: Sí, claro, dónde estás?. Saber si podemos contactarte.
JCE: Y no molestar gente. ¿Tenés el teléfono de la viuda ésta?
DC: 155 885 8503.
JCE: Sí, sí, lo tengo. ¿Y tiene alguno fijo en la casa?
DC: No.
JCE: ¿Y estás fijo acá en Rodríguez vos, o vas rotando a Pilar?
DC: Viajando a Pilar desde acá una vez me chorrearon arriba del colectivo que si vos que justo dio, que yo por supuesto que no me di cuenta en el porta documento, en este siempre tenía el teléfono de Mario y de Paco, porque al usar tanto la radio me quedaba grabado digamos y me llamó Mario un día y me dice: “Che gordo –dice– mirá que te encontraron el documento y el registro –dice– ahí en Pilar. Y por dónde y era allá de la estación y yo de acá para ir hasta Pilar ahí a lo de Tomás Márquez me tomaba el 276, me bajaba en las cinco esquinas y ahí me quedaba (sic).
JCE: Che, y qué suerte tuviste.
DC: Un culo de aquellos.
JCE: ¿Y cuándo fue? .
DC: El año pasado fue eso, en octubre, por ahí, justo un fin de semana, la verdad que yo ni cuenta me di de que me lo sabotearon del bolsillo.
JCE: Che, ¿estás yendo a Márquez aún?
DC: No, por eso estoy yendo acá.
JCE: ¿Hay otro lugar?
DC: Sí, ellos mismos me lo buscaron también.
JCE: ¿Te está yendo bien?
DC: Sí, sí hay pique.
JCE: ¿Estás laburando?
DC: No, no, una es que no quiero andar jodiendo porque qué sé yo me puede llegar a pasar algo. Por ahí me engancho en algún viaje, que por ejemplo es a la mañana los fines de semana, y hoy se fue a llevarle unos caballos al negro Zabaleta, acá a Lobos, así que me dijo si querés venir vení, y bueno, le digo, vamos.
CC: ¿Recordás a alguien en particular que le hayas prestado o le hayas prestado seguido el Nextel para hablar con alguien?
DC: No, que quien alguien por ahí me lo haya pedido ya como una vez, por ahí sí (sic), pero...
CC: ¿Del campo no?
DC: No. El patroncito nomás.
CC: ¿Seguro que no conocés a nadie?
DC: eeeehh... No, que por ahí me hayan llamado así, que me han llamado, pero qué sé yo, como ha solido pasar que te acordás que una vez habían llamado a Norma y al chalet, la otra vez me habían llamado con que un pariente mío había tenido un accidente y era todo mentira. Yo agarré enseguida por lo que había pasado esa vez con...
CC: ¿Querés volver a ver la foto por si lo ubicás?
DC: eeeehhh... Sí, la verdad que, para qué te voy a decir que no si no lo tengo visto, no tengo por qué ocultar nada.
CC: El tema es que con el teléfono, de esta persona, salieron llamadas del teléfono que vos tenés.
DC: ¿De que yo lo haya llamado a él?
CC: Del teléfono salieron llamadas.
DC: Yo no lo tengo visto.
JCE: OK, terminamos. El teléfono donde estaba, qué sé yo, una cosa es prestar, qué sé yo, accidentalmente, una, dos, tres, diez veces, y otra cosa es que sea el teléfono del pueblo.
DC: No, no, por supuesto. Aparte, qué se lo voy a prestar, supongamos a un De Narvaez, alguien que yo pueda... Aparte que yo sé que con el señor Francisco en campaña no puedo andar tampoco boludeando con el teléfono.
CC: ¿Y nunca lo extravió, qué sé yo, se le perdió 5, 6,7 horas por ahí, no?
DC: No, porque si no yo hubiera avisado enseguida, también.
CC: Por ahí uno lo pierde y después lo encuentra, o alguno de maldad te lo esconde.
DC: Si no lo encontrás en dos horas ya es medio preocupante.
CC: Claro, lógico, pero por ahí pasa.
DC: No, no, sí.
CC: O uno se lo olvida y le avisan, no, está acá. Yo una vez me lo olvidé en un bar, y a las dos horas lo fui a buscar.
DC: ¿Y estaba?
CC: Puede ser. Me avisó el mozo.
JCE: Hay que tener mucha suerte.
CC: Bueno, Danilo.
DC: Listo.
CC: Que sigas bien.
DC: Gracias, igualmente.
CC: Un gusto.
DC: Ta’ lueguito.
En el número que Coronel suministró a los emisarios de Francisco de Narváez sólo atiende un contestador telefónico de la compañía Claro, que repite el número. Aunque en la grabación entregada por el magnate colombiano a la justicia es explícito que Danilo Coronel vive en General Rodríguez, De Narváez le dijo a Noticias que el peón vive y trabaja en su estancia Sol de Agosto, de Luján. Demasiados misterios hasta para una novela policial.

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